viernes, 29 de noviembre de 2013

¿Te acuerdas del día que quedamos...

Recuerdo aquella vez cuando aún lo teníamos casi prohibido, las primeras veces, ¿te acuerdas?, pues habíamos quedado, o casi, porque para ti estaba claro pero yo había dejado una repuesta ambigua aposta, esperando que la captaras o que se te enfriara el ánimo y te rajaras, igual que yo, y que nada pasara y todo quedara igual, como si no hubiéramos hablado de ello porque yo no es que me muriera de ganas y encima me daba una especie de reparo, vergüenza y miedo pedir permiso y tener que pasar por el mismo interrogatorio de las últimas veces y no saber qué decir sólo que quería hacerlo y ya. Y todo para algo incierto, nuevo eso sí, pero que nunca sabíamos si iba a resultar bien o si por el contrario hubiera merecido más la pena quedarnos en la placeta con éstos. Encima estaba el dinero, que nunca nos sobraba. Decidí ignorar nuestra conversación o más bien esperar a que mis dudas hubieran calado también en ti en lugar de haberte dicho que no directamente con ese miedo mío a quedar mal o a negarle algo a un amigo. Pensé que el paso de los minutos arreglaría el entuerto y no pasaría nada, tu no aparecerías a la hora convenida, te habrías hecho el sordo, como yo, y hasta mañana. Y te vi llegar, ¿te acuerdas?, dando grandes y furiosas zancadas con tus vaqueros gastados y aquellas Fila rojas de siete leguas que tanto se llevaban entonces, ¿y cuando fuimos juntos a comprarlas a aquella tienda medio escondida por allí por la calle Alhamar? Y verte llegar paré el juego y me quedé con el balón bajo el brazo esperándote, sudado y sin preparar ¿cómo iba a estar preparado para algo que no quería ni esperaba hacer?, y llegando delante de mí, aún sin pararte sino mientras dabas el último paso me gritaste ¡Mierda!, delante de todos, y al apoyar el pie tras ese paso diste la vuelta y te fuiste por donde habías venido igual, con las mismas zancadas, las que sólo dabas cuando tenías prisa o te cabreabas, como un coche de juguete de esos que chocan con una pared y cambian de dirección sin titubear, así, ¿te acuerdas? Fue la única vez que no estuvimos de acuerdo en algo o que discutimos. Y aún me acuerdo.

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