Después de dejar el equipaje en la habitación del hotel nos fuimos andando al centro, que está a unos minutos, y antes de llegar a él nos topamos con el Mercado de Victoria (Victoria's Market) con puestos para comprar ropa, zapatos, souvenirs, etc. aunque lo mejor de todo son los de comida: fruta, verdura, quesos, vinos, carnes,... y éstos, los de carne, los que más destacaban. Carnicerías con unas vitrinas que daban ganas de comerse la carne cruda no sólo por el aspecto de buena calidad sino por cómo estaba expuesta, escaparates que parecían obras de arte, para hacerles una foto, nada de cachos de carne ahí puestos con una etiqueta a tanto el kilo, chuletones todos iguales en fila, solomillos formando un cuadrado perfecto, carne picada simulando una fuente,...
Había además puestos de comida para tomar allí mismo y como era casi la hora de comer pero el desayuno quedaba muy lejos, no lo dudamos.
Con el estómago lleno empezamos la visita a la ciudad. El centro es un rectángulo perfecto de varias manzanas repletas de tiendas, restaurantes, iglesias y edificios oficiales no muy antiguos pero simulando serlo y rascacielos de oficinas. Y de gente. Se ven muchos orientales. Y las calzadas llenas de tranvías. No cabe ni uno más. Hay cables aéreos por todos lados, esquinas que parece que tienen una tela de araña encima. Es el transporte por excelencia de la ciudad, llegan a todos lados.
La calle principal delimita el rectángulo por el sur, es la calle Flinders, donde se encuentra uno de los edificios más grandes y bonitos, la estación de tren Flinders Central Station y la plaza más conocida, Federation Square, llena de turistas que aprovechan (aprovechamos) el wifi gratis mientras disfrutan de espectáculos callejeros.
Foto: Federation Square
En un par de horas de visita ya habíamos confirmado lo que se dice de Melbourne: es la ciudad de las cuatro estaciones en un día. Nos llovió, salió el sol, pasamos calor, se volvió a esconder, pasamos frío, volvió a salir, volvió a llover,... las cuatro estaciones se suceden no una vez al día sino muchas veces, podría decirse que es la ciudad de las cuatro estaciones en una hora, o la ciudad de los constipados. Lo mismo ves a alguien con abrigo y bufanda que en bañador y chanclas, según como estuviera el tiempo cuando se asomó a la calle. Y Vane con jersey, cazadora y chubasquero y quita uno y pon otro y quita este y pon todos y vuélvetelos a quitar.
Cuando ya teníamos el centro trillado decidimos separarnos. Alrededor del rectángulo central Melbourne se compone de barrios residenciales y grandes jardines y parques. Mientras Vane se fue a ver tiendas yo me fui a recorrer varios de estos jardines, los que están al sur de la calle Flinders una vez que se cruza el río Yarra que discurre más o menos paralelo a ella. Son estos unos jardines similares a los que ya vimos en Sydney, con un lago, la sede del gobierno del estado de Victoria, monumentos rememorando a los héroes y a las alianzas durante la guerra mundial y australianos haciendo deporte, aunque menos que en Sydney, etc.
Antes de anochecer nos volvimos a encontrar en Federation Square para ir a cenar y terminar nuestro primer día, aunque corto, en Melbourne. Me encanta esta ciudad.
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