La playa de Bondi es una media luna de aproximadamente 1 km de largo. Se ve desde la carretera pero entre ésta y la arena hay una gran franja de césped que desciende en cuesta hasta la playa en la que hay unas casetas de obra con mesas y bancos para que la gente coma allí. Como era temprano estaba casi vacía y la mayoría de los que había eran surfistas. Surfistas y gente corriendo, que de eso no falta aquí nunca, ¡qué cansinos! Como decía, surfistas, pero de los de verdad, de los que van de pie en la tabla y cabalgan olas, no como los que se ven en España, mucho postureo con la tabla debajo del brazo y luego nada. Hoy ha sido la primera vez en mi vida que he visto a surfistas surfear de verdad.
En la mayor parte de la playa el baño está prohibido porque las olas y las corrientes son grandes, te arrastran hacia adentro. Sólo está permitido en una estrecha zona delimitada por dos banderas amarilla y roja, pero la gente se baña al final donde quiere. Yo también, hasta que llegó un quad de los socorristas y altavoz en mano nos echó a todos.
El paseo marítimo (Coastal Walk) no va por al lado de la arena siempre. La costa aquí es escarpada y consta de acantilados salpicados de pequeñas playas. En cada una de estas playas en la zona de Bondi hay una piscina artificial con agua del mar al lado de la orilla para que la gente pueda nadar sin peligro. También echamos un ratito en una de ellas.
Por la tarde la playa se llenó pero era algo curioso, todos eran jóvenes y no había ni una sombrilla. Era extraño.
Luego pude ver a los famosos socorristas australianos en acción. De nuevo estaba el agua llena de bañistas, los socorristas se acercaron para ver si había problemas y como vieron a varias personas bastante alejadas de la orilla volvieron a pedir por el altavoz que saliéramos. Salí con esfuerzo porque el oleaje era fuerte y me quedé mirando a un chico que por más que lo intentaba no avanzaba hacia la arena. En un momento ya tenía un socorrista tabla de surf en mano y otro con una moto de agua remolcando una camilla a su lado. Lo sacaron y le echaron una regañina, tampoco había habido peligro real, el chico no había dejado de sonreír incluso mientras estaba en el agua, pero quien sabe si unos segundos después se hubiera cansado de remar contra las olas y entonces se hubiera puesto la cosa fea.
De camino al hotel Vane se bajó en la parada de Bondi Junction porque había visto un centro comercial y quería ver si por fin encontraba un Zara en Sydney, así que me quedé solo y pensé que sería una buena idea ir a ver la Ópera al atardecer, pero no fui a la explanada donde está ubicada sino a uno de los salientes hacia la bahía que hay en los Botanic Gardens y que está justo enfrente. No pude haber hecho mejor elección, desde allí se ve la Ópera con el puente al fondo, la mejor vista de la ciudad. Me quedé tan embobado contemplando y haciendo fotos que anocheció y tuve que atravesar luego el parque casi de noche aunque acompañado de otros turistas rezagados como yo y de los omnipresentes corredores australianos.
Siento no poner fotos pero nunca me acuerdo de hacerlas con el móvil y están todas en la cámara.
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