viernes, 29 de noviembre de 2013
¿Te acuerdas del día que quedamos...
Recuerdo aquella vez cuando aún lo teníamos casi prohibido, las primeras veces, ¿te acuerdas?, pues habíamos quedado, o casi, porque para ti estaba claro pero yo había dejado una repuesta ambigua aposta, esperando que la captaras o que se te enfriara el ánimo y te rajaras, igual que yo, y que nada pasara y todo quedara igual, como si no hubiéramos hablado de ello porque yo no es que me muriera de ganas y encima me daba una especie de reparo, vergüenza y miedo pedir permiso y tener que pasar por el mismo interrogatorio de las últimas veces y no saber qué decir sólo que quería hacerlo y ya. Y todo para algo incierto, nuevo eso sí, pero que nunca sabíamos si iba a resultar bien o si por el contrario hubiera merecido más la pena quedarnos en la placeta con éstos. Encima estaba el dinero, que nunca nos sobraba. Decidí ignorar nuestra conversación o más bien esperar a que mis dudas hubieran calado también en ti en lugar de haberte dicho que no directamente con ese miedo mío a quedar mal o a negarle algo a un amigo. Pensé que el paso de los minutos arreglaría el entuerto y no pasaría nada, tu no aparecerías a la hora convenida, te habrías hecho el sordo, como yo, y hasta mañana. Y te vi llegar, ¿te acuerdas?, dando grandes y furiosas zancadas con tus vaqueros gastados y aquellas Fila rojas de siete leguas que tanto se llevaban entonces, ¿y cuando fuimos juntos a comprarlas a aquella tienda medio escondida por allí por la calle Alhamar? Y verte llegar paré el juego y me quedé con el balón bajo el brazo esperándote, sudado y sin preparar ¿cómo iba a estar preparado para algo que no quería ni esperaba hacer?, y llegando delante de mí, aún sin pararte sino mientras dabas el último paso me gritaste ¡Mierda!, delante de todos, y al apoyar el pie tras ese paso diste la vuelta y te fuiste por donde habías venido igual, con las mismas zancadas, las que sólo dabas cuando tenías prisa o te cabreabas, como un coche de juguete de esos que chocan con una pared y cambian de dirección sin titubear, así, ¿te acuerdas? Fue la única vez que no estuvimos de acuerdo en algo o que discutimos. Y aún me acuerdo.
viernes, 22 de noviembre de 2013
Cairns: último día 21/11/2013
Nos hemos ido al zoo de Cairns para ver por última vez a los animalitos de aquí. Es un zoo pequeño que se recorre en un par de horas. Lo bueno es que aún no habíamos visto cocodrilos (pese a que nos han fastidiado el baño en todas las playas) ni dingos y en este tienen unos pocos y además una cuidadora me ha permitido ayudarle a darle de comer a los pelícanos. Por lo demás, como en el que habíamos estado en Kangaroo Island, fauna local como koalas, wombats, cassowaries, emúes, echidnas, etc. y entrada libre a los recintos de los canguros, los wallabies y las aves tropicales.
Como ayer, la segunda parte del plan era ir a ver los lagos y cataratas de Atherton-Tablelands pero Vane no ha querido más campo porque está ya muy cansada y yo no he querido irme sólo y reconozco que el cansancio también me ha pesado. Nos hemos ido a la laguna a descansar el resto del último día. Después de comer me han vuelto las ganas y la determinación de aprovechar hasta el último minuto de las vacaciones y pensaba dejarla a ella en las tiendas e irme yo de excursión pero ha empezado a llover bastante fuerte y he desistido. Esas cataratas no estaban para mí. He dejado a Vane en las tiendas, sí, pero yo me he ido al hotel. Así de triste ha sido mi última tarde en Australia, sentado en la puerta de la habitación viendo llover.
Para cenar, y ya que es la última noche, no nos hemos querido quedar encerrados y nos hemos ido a un restaurante de comida australiana. No son muy abundantes, en internet sólo encontramos 4 en todo Cairns, y además son más caros que los de otro tipo, sobre todo orientales, que abundan en el país. Cada plato no baja de los 25$ y un vaso de cerveza vale mínimo 5 o 6$, aunque eso es en todos los lados donde vayas, lo que explica que no nos hayan visto mucho el pelo por estos restaurantes en estas tres semanas (para comernos un cacho de carne de vaca australiana ya teníamos las hamburguesas Angus del Hungry Jack's). De entrante pinchitos de cocodrilo y canguro
ninguna de las dos carnes vale el precio que se paga por ellas, el cocodrilo sabe a pollo y el canguro se podría parecer a la ternera, pero no tan buena.
De plato principal un cacho de verdadera ternera australiana
ésta sí que está buena, y en realidad es lo que comen los aussies. Lo otro es para los turistas como yo.De vuelta al hotel una cervecita en la terraza para apurar lo más posible y a dormir. Se acabó lo que se daba. Fantásticas vacaciones.
miércoles, 20 de noviembre de 2013
Cairns: Kuranda 20/11/2013
Para hoy teníamos comprado un billete de ida a Kuranda en el Skyrail, un telecabina que hace un recorrido de 7.5 km sobrevolando el rainforest, y la vuelta en un tren turístico que hace el camino inverso pero al no ser en línea recta y seguir una ruta de hace más de un siglo es de unos 40 km.
Como hemos llegado a la estación del Skyrail antes de que abrieran hemos hecho tiempo viendo a una infinidad de ranitas del tamaño de una uña saltando entre nuestros pies y cuando han abierto hemos subido a una de las primeras cabinas. El trayecto ha sido impresionante subiendo desde el nivel del mar hasta casi 1000 metros y pasando por encima de las copas de los enormes árboles del bosque pluvial. En el camino hay dos paradas para dar un pequeño paseo por el monte y hacer algunas fotos.
Desde la segunda parada se pueden ver las Cataratas Barron que en época de lluvias deben ser espectaculares pero ahora andan algo secas aunque nos han gustado mucho.
Al llegar a Kuranda es cuando se han torcido un poco los planes. Es un pequeño pueblo con cuatro calles llenas de comercios para turistas que se ve entero en media hora. El problema es que aunque hemos llegado sobre las 10 el primer tren de vuelta no salía hasta las 2 por lo que estábamos atrapados allí por 4 horas. Para colmo nos hemos enterado que el tren tarda casi dos horas en hacer el recorrido porque va a la velocidad de los trenes antiguos y que luego un autobús te recogía y te llevaba al punto de partida de esta mañana, así que hasta las 5 no íbamos a ser libres de nuevo. El día perdido. Estaba la posibilidad de andar por algunos senderos en los alrededores para entretenernos pero a estas alturas no estamos ya para muchos trotes. O visitar alguno de los pequeños zoos temáticos que hay en el pueblo, el de los koalas, el de las mariposas, el de los animales venenosos o el de los pájaros, pero no nos llamaban la atención. Está todo calculado para que los incautos turistas pasemos en día en las tiendas o entremos en uno de los zoos de puro aburrimiento y que además hagamos el almuerzo en el pueblo. Una trampa el Skyrail este. Dejé a Vane en las tiendas y me fui a la estación a intentar vender nuestros billetes de tren, que no eran precisamente baratos, a algún turista que hubiera subido sin billete de vuelta. Nada. A todos les habían colado lo mismo. Algunos incluso me decían que también se sentían atrapados. Me volví a reunir con Vane y decidimos perder el dinero y comprar billetes de vuelta de nuevo en el telecabina, pero antes de eso se me ocurrió preguntarle a la taquillera si me cambiaba los billetes de tren por otros del telecabina y aunque le ha extrañado y ha tenido que hacer un par de llamadas al final ha colado. Y encima me tienen que devolver la diferencia de precio en la agencia donde compré los originales. Bien. ¡Y por fin libres! Qué mal sienta sentir que no puedes irte de un sitio cuando tú quieres.
Ya de vuelta en Cairns nos hemos ido a explorar un par de playas, a ver si podíamos darnos un baño y relajarnos, pero nada, playas muy bonitas pero cocodrilos a la vista, nada de meterse en el agua.
El plan de hoy incluía visitar otro parque natural con lagos, cataratas y eso, pero estamos ya tan cansados que hemos decidido pasar y quedarnos toda la tarde en la laguna de Cairns.
Mañana es nuestro último día. Esto se está acabando, qué depresión.
martes, 19 de noviembre de 2013
Cairns: Great Barrier Reef 19/11/2013
Hoy para variar otro madrugón. Las 6 de la mañana, pero es que aquí amanece a las 5 y si sales a la calle a las 6 ya hay un porrón de gente curando, corriendo y paseando. El día ha empezado con tormenta, doble, porque la lluvia al amanecer y al anochecer parece ser lo habitual y porque a medio camino al puerto de donde salía la excursión de hoy me he dado cuenta que me había olvidado algo importante en el hotel y me he tenido que volver. El nubarrón que había estado descargando hasta un rato antes no era nada comparado con la borrasca que me iba a caer a mi encima si no llegaba a tiempo y perdíamos el barco. Pues a correr paseo marítimo arriba y abajo como un loco. O como un australiano, que me ha servido para integrarme y sentirme uno más aquí.
Y la excursión de hoy era en barco porque hemos ido a ¡la Gran Barrera de Coral! (¡yupiiiii!). Ha sido genial. Nos han explicado como bucear con bombona como si fuéramos niños pequeños y se han hecho las inmersiones por turnos de manera que había un instructor por cada dos alumnos. El primer minuto es el peor, cuando estás en el agua justo antes de sumergirte pero ya estás respirando el aire embotellado. Parece que no te entra aire suficiente y piensas que no vas a aguantar mucho tiempo así, casi dan ganas de abandonar pero en cuanto te sumerges todo cambia. Respiras con normalidad y te relajas y empiezas a disfrutar del espectáculo que tienes a tu alrededor: corales rojos, verdes, amarillos y azules, esponjas, estrellas de mar, anémonas, cientos de pequeños peces que te rodean, nadas con ellos, peces grandes, peces de todos los colores, grises, azules, atigrados, verdes, rojos y brillantes, planos o abombados, grandes conchas que se cierran si te acercas,... una barracuda y una tortuga nadaban también por allí, y algunos peces payaso se escondían entre las anémonas al vernos llegar. Con todo esto, la media hora de buceo pasó en un suspiro.
El resto del día lo hemos pasado descansando en el barco o buceando pero ya sin la bombona. No es lo mismo pero también se alcanzan a ver corales y peces que estén a poca profundidad, que aquí son muchísimos por lo que también se pasa muy bien.
A la vuelta como el muelle de Cairns está al lado de la laguna artificial (aquí también hay medusas y cocodrilos en la playa) nos quedamos bañandonos hasta casi atardecer y luego dimos una paseo por el centro para localizar el mercado nocturno, al que regresamos después de habernos duchado y descansado en el hotel.
Ha sido un día (otro) estupendo.
lunes, 18 de noviembre de 2013
Cairns: Daintree Rainforest, Cape Tribulation y Port Douglas 18/11/2013
Como de costumbre hemos madrugado bastante para irnos de excursión más al norte aún de lo que estamos. La primera parada ha sido el Parque del Bosque de Daintree, un bosque casi virgen y según los australianos el "rainforest" (palabra que define a un bosque muy húmedo donde llueve mucho) más antiguo del mundo. Si el bosque que visitamos hace unos días en las laderas de las Blue Mountains era denso éste lo es mucho más. Es prácticamente inaccesible si no es a teavés del río Daintree o de los caminos creados artificialmente. A plena luz del día hay una gran oscuridad en su interior que contrasta con el verde brillante que se observa desde la distancia. Esta atravesado por el río del mismo nombre y llega hasta el mismo océano y en todas sus orillas, fluviales o marítimas, se advierte de la presencia de cocodrilos.
Cruzando el bosque hemos llegado al Cabo Tribulación (Cape Tribulation), único lugar del mundo donde, también según los australianos, un bosque se une se une al mar. La verdad es que el camino hasta allí es precioso, y el cabo y su larga playa aún más aunque no hayamos podido más que pasear por ella debido a los cocodrilos y las medusas.
Por la tarde hemos visitado Port Douglas, otra ciudad turística pero más enfocada a personas de alto nivel adquisitivo. La calle principal nos ha recordado a las de las ciudades de la Costa del Sol. Pero lo más importante es que... ¡por fin nos hemos bañado en una playa de esta zona! pese a existir la amenaza de los cocodrilos y las medusas, incluso de tiburones, en algunas playas se instalan unas redes que delimitan una piscina más o menos segura para el baño.
De vuelta a Cairns más lluvia tropical y otra vez cenando y planeando el día de mañana en la puerta de la habitación viendo las gotas de lluvia caer sobre la piscina. Hace un calor que no veas y los de la habitación de al lado nos han mirado con muy mala cara al ir a recogerse, ni un buenas noches nos han dado, acaban de perderse una buena cervecita australiana de balde.
Cairns: Llegada 17/11/2013
Hoy nos despedimos de Airlie Beach y de los mochileros y partimos rumbo a Cairns, última parada de esta gran aventura que está siendo nuestro primer viaje a Australia.
El viaje ha sido largo y aburrido, no hemos visto apenas nada, nos hemos comido un tormentazo tropical de primera y encima cuando llegamos a Cairns estaba ya todo cerrado porque aquí oscurece muy pronto. Con eso y todo hemos dado un paseo de reconocimiento para ver algo. Calles anchas y rectas que forman manzanas rectangulares, hoteles, apartamentos, supermercados, restaurantes y demás nos dan la sensación de que esta ciudad está hecha para el turismo. Pero una ciudad turística al lado del mar con todo cerrado a las 7 de la tarde, incluso la gran mayoría de los restaurantes, eso en España no pasa.
Como la habitación de nuestro hotel da a un amplio pasillo abierto a un patio central con piscina, hemos cenado se puede decir al aire libre en unas mesas y sillones dispuestas para el disfrute de los huéspedes, espero que a las diez de la noche no hayamos molestado a ningún vecino.
domingo, 17 de noviembre de 2013
Airlie Beach & Whitesunday Islands: 15-16/11/2013
Ayer volamos de Adelaida a Proserpine haciendo escala en Brisbane. Se nota el cambio de temperatura. Ya en Brisbane va todo el mundo en pantalón corto y chanclas y Proserpine está aún a más de 1500 km al norte. De Proserpine un tomamos un bus que nos dejó en la misma puerta de nuestro hotel en Airlie Beach. Para esta parada quisimos abandonar los hoteles al uso y convertirnos en pij-hippies por un par de días así que el hotel es de mochileros y nuestra habitación es una doble privada con literas en lugar de cama grande y el baño compartido con otras dos habitaciones. Todo en unas casas de madera en medio de árboles y caminos hacia las otras estancias del hotel: lavandería, cocina, recepción, bar, discoteca,... Básicamente es como un camping. Nos lo hemos pasado muy bien, no descartamos volver a ir a sitios así en otros viajes aunque si puede ser con baño privado pues aún mejor.
Nada más acomodarnos nos fuimos a la playa pero resulta que está inhabilitada para el baño de Noviembre a Mayo por las medusas. Sólo permiten el baño con traje de neopreno y aún así te advierten que te pueden picar en la cara o cualquier otra parte no cubierta por el traje. Al lado de los carteles informativos hay botellas de vinagre para el tratamiento inicial de las picaduras mientras te llevan a un hospital. Lo bueno es que en lugares así hay construidas lagunas o playas artificiales y allí pasamos toda la tarde.
Después fuimos a contratar la excursión de hoy, a dar una vuelta por el pueblo, que son dos calles, y a cenar al bar del hotel con música en directo. Genial.
Y hoy otro madrugón para coger el barco que nos ha hecho un crucerito por las Whitsunday Islands y nos ha dejado disfrutar unas horas de una de las mejores playas del mundo, Whitehaven Beach, en una isla desierta.
De vuelta a Airlie hemos pasado toda la tarde, cómo no, en la laguna. Hemos comprado comida en un súper para cenar aunque por los precios no sale mucho más caro cenar en la calle, yo no sé qué sueldos tendrán en Australia para pagar 3€ por un litro de leche o 6 por una pizza congelada. También hemos comprado unas cervecitas que hemos colado de estrangis en el hotel y como ha caído un chaparrón tropical monumental hemos cenado en el porche de la habitación viendo llover y ya no hemos salido ni nada.
Kangaroo Island: 13-14/11/2013
Madrugón en Adelaida para recorrer más de 100 km hasta Cape Jervis y coger el ferry hasta Peneshaw, uno de los dos pueblos de Kangaroo Island, y casi lo perdemos. Nos dejaron entrar por pena, ni por taquilla pasamos para validar el correo electrónico de confirmación que llevábamos.
Aunque se ve cerca y el ferry va que vuela se tarda casi una hora en atravesar el estrecho, la sensación será parecida a cuando se atraviesa el de Gibraltar. Tan cerca lo tengo y he tenido que venir a Australia a hacer algo que nunca he hecho en casa.
Ayer recorrimos la mitad norte de la isla. Playas que con buen tiempo deben estar geniales para darse un baño rodeado de pelícanos y otros pajarillos, bosques para perderse, faros en los que fotografiarse, señales advirtiendo de la presencia de canguros en la carretera, pero no veíamos ninguno, al menos vivo, porque bichos muertos en la calzada se ven a montones, y frescos: pájaros, wallabies, canguros, otros irreconocibles,... es lo que tiene que la isla, de forma alargada, esté atravesada longitudinalmente por dos carreteras de las que ellos llaman "freeway" o autovía y que nosotros llamaríamos carretera nacional en muy bien estado con límite de velocidad de 110 km/h y que haya animales por todos lados, que debe haber un montón de atropellos diarios.
Aparte de las maravillas naturales y la búsqueda de canguros vivos otros alicientes de la isla son visitar las bodegas de vino y las granjas de miel. Pero nosotros pasamos de estas cosas que también podemos hacer en España y no hacemos.
En toda la mañana, aparte de las aves, sólo vimos un lagarto. Pobre bagaje para la fama de la isla y lo que cuesta llegar a ella. Estábamos un poco agobiados por llevar tantos días ya en Australia y no haber visto ningún canguro que sobre la marcha íbamos pensando cómo cambiar lo que nos quedaba de viaje para pasar por alguna ciudad con zoo. Pero no tuvimos que esperar más puesto que después de comer fuimos a una de los "parques de vida salvaje" de la isla. Estos parques no son más que pequeños zoos para que los turistas no nos vayamos de la isla de vacío. Pudimos no sólo ver de cerca sino también acariciar y alimentar de nuestra mano a canguros y koalas, acercarnos a los huidizos wallabies y ver otros animales como wombats, possums, equidnas o emúes.
A partir de aquí la cosa cambió. Como si los animales hubieran percibido antes nuestro nerviosismo y ahora la relajación que nos había quedado tras cumplir con la obligación de todo turista en el país, comenzaron a aparecer por todas partes. Empezaba a atardecer, la hora en que los animales salen en busca de agua y comida, y cada pocos metros nos encontrábamos canguros y wallabies en libertad. Y así, rodeados de vida salvaje llegamos a nuestro hotel-albergue a las puertas del parque natural más importante de la isla, el Flinders Chase. Y después de todo probamos la carne de canguro para cenar. Sí, después de haber sufrido viéndolos atropellados en la carretera y de disfrutar luego acariciándolos y alimentándolos, vamos y nos los comemos. Somos así de malos. No es fácil encontrar carne de canguro en los restaurantes australianos y su sabor no está a la altura de su precio. Me da que los únicos consumidores somos los turistas.
Hoy hemos recorrido la zona sur. Más faros, más playas, más acantilados, más bosques, más animales,... Esta parte es mejor que la de ayer. Además se pueden ver focas en Admiral's Arch
y visitar las Remarkable Rocks, un pegote de granito que ascendió a la isla en forma de lava de un volcán submarino y el tiempo ha ido modelando dándole formas dalinianas
Después de otro día agotador, vuelta en ferry y para Adelaida.
¡Mañana al cálido norte!
Great Ocean Road: Melbourne-Port Fairy-Adelaida 11-12/11/2013
Estos dos días de viaje por el sur de Australia han sido fantásticos. Hemos hecho un montón de cosas, como beber Fanta de sabores extraños que pensábamos nos provocarían alucinaciones o nos darían súper poderes
hemos visto pequeños pueblos pesqueros, otros pueblos turísticos,
grandes acantilados, playas de arena blanca,
faros en cabos perdidos, restos de naufragios,
parques naturales, formaciones rocosas increíbles,
hemos fotografiado hasta agotar la batería de la cámara a los extraordinarios Doce Apóstoles,
hemos dormido en una casita al estilo australiano con grandes ventanas sin rejas y una puerta que se podía echar abajo de un soplido, hemos disfrutado contemplando lagos azules en el cráter de un volcán,... y hemos corrido increíbles y peligrosas aventuras
P.D. al final hemos salido a dar una vuelta por Adelaida pero ya de noche. Una pena no haberla visto de día. Esta foto es un ejemplo de lo que hemos visto, me ha encantado
jueves, 14 de noviembre de 2013
Melbourne: Rodeando el centro 10/11/2013
Hoy hemos madrugado para aprovechar bien el último día en esta fantástica ciudad. Como el centro ya lo teníamos visto hemos recorrido sus alrededores en el sentido de las agujas del reloj empezando por el barrio donde está nuestro hotel, North Melbourne, obviamente al norte y que en realidad no tiene nada que ver, pero es curioso para nosotros un barrio de calles anchas y grandes casas justo a unos metros de los rascacielos. Así parece que son las ciudades aquí, un centro pequeño con sus oficinas y edificios importantes y una red de barrios residenciales alrededor llenos de casas con jardín donde vive la gente. Nada de bloques de pisos. El transporte público se encarga de conectarlo todo. No son ciudades con mucho que ver por su corta historia, quizá sean más para vivir que para visitar. Se nota una calidad de vida muy alta, vivir en una gran ciudad como si vivieras en un pueblo. Algunos edificios imitando la arquitectura de hace 150 años o quien sabe si realmente son de esa época, parecen sacados de una película del oeste. Realmente divertido. De nuevo atravesamos el Victoria's Market, donde desayunamos, y siguiendo la calle principal de esta zona hacia el este desembocamos en un gran parque, otro más, el Carlton Gardens, que alberga el museo de la ciudad y cambiamos de dirección hacia el sur para continuar el recorrido más o menos circular.
A este lado nos encontramos más jardines (Fitzroy Gardens) y edificios oficiales, el Parlamento de Victoria y la Catedral dedicada a San Patricio.
Y cuando llegamos a la esquina sureste... más parques y jardines, esto es increíble. En el Melbourne Park hay un gran estadio para partidos de cricket (?) y el Rod Laver Arena, sede del Open de Australia de tenis. No pude evitar entrar y hacerme un montón de fotos, ésta de aquí no es la mejor pero es la única que tengo en el móvil:
Cruzamos un puente para llegar a los jardines por los que anduve ayer y pasear por las inmediaciones del río Yarra para ver de cerca el rascacielos Eureka, uno de los más altos del hemisferio sur, y una torre metálica que hay sobre un teatro similar en estructura a la torre Eiffel y que es uno de los símbolos de la ciudad.
Después de comer de nuevo en el centro cogimos el City Circle Tram, una línea circular y gratuita de tranvías que rodea todo el centro para visitar lo único que nos quedaba, la zona oeste. Es una zona nueva a la orilla del río con un puerto deportivo, centros comerciales y apartamentos de lujo (¿quién quiere vivir en un apartamento pudiendo vivir en una gran casa con jardín?). Aún hay edificios en construcción y no hay mucha vida por el momento. Hay un estadio de fútbol, el Etihad Stadium, ni idea de quien juega allí, y una gran noria como la que hay en Londres. Se nota que hay perraje.
En prácticamente día y medio hemos recorrido todas las partes interesantes de la ciudad sin agobios y sin prisas. Suficiente. Me ha sorprendido mucho, Sydney quizá sea más bonita y con más cosas que ver pero Melbourne parece muy muy cómoda para vivir. Una casita en las afueras, tranvía al centro para trabajar,... Eso sí, carísimo todo, pero es lo que hay en este país.
Mañana comienza el camino a Port Fairy, Adelaida y Kangaroo Island.
Melbourne: Four seasons in one day 9/11/2013
Esta mañana volamos de Sydney a Melbourne. Sólo aguanté despierto un ratito tras el despegue y otro poco antes del aterrizaje, y es que el cansancio va haciendo aparición. Pude despedirme así de los paisajes de Nueva Gales del Sur, con costas escarpadas y oscuras salpicadas de playas amarillas y recibir la bienvenida de los de Victoria, llana y verde.
Después de dejar el equipaje en la habitación del hotel nos fuimos andando al centro, que está a unos minutos, y antes de llegar a él nos topamos con el Mercado de Victoria (Victoria's Market) con puestos para comprar ropa, zapatos, souvenirs, etc. aunque lo mejor de todo son los de comida: fruta, verdura, quesos, vinos, carnes,... y éstos, los de carne, los que más destacaban. Carnicerías con unas vitrinas que daban ganas de comerse la carne cruda no sólo por el aspecto de buena calidad sino por cómo estaba expuesta, escaparates que parecían obras de arte, para hacerles una foto, nada de cachos de carne ahí puestos con una etiqueta a tanto el kilo, chuletones todos iguales en fila, solomillos formando un cuadrado perfecto, carne picada simulando una fuente,...
Había además puestos de comida para tomar allí mismo y como era casi la hora de comer pero el desayuno quedaba muy lejos, no lo dudamos.
Con el estómago lleno empezamos la visita a la ciudad. El centro es un rectángulo perfecto de varias manzanas repletas de tiendas, restaurantes, iglesias y edificios oficiales no muy antiguos pero simulando serlo y rascacielos de oficinas. Y de gente. Se ven muchos orientales. Y las calzadas llenas de tranvías. No cabe ni uno más. Hay cables aéreos por todos lados, esquinas que parece que tienen una tela de araña encima. Es el transporte por excelencia de la ciudad, llegan a todos lados.
La calle principal delimita el rectángulo por el sur, es la calle Flinders, donde se encuentra uno de los edificios más grandes y bonitos, la estación de tren Flinders Central Station y la plaza más conocida, Federation Square, llena de turistas que aprovechan (aprovechamos) el wifi gratis mientras disfrutan de espectáculos callejeros.
Foto: Federation Square
En un par de horas de visita ya habíamos confirmado lo que se dice de Melbourne: es la ciudad de las cuatro estaciones en un día. Nos llovió, salió el sol, pasamos calor, se volvió a esconder, pasamos frío, volvió a salir, volvió a llover,... las cuatro estaciones se suceden no una vez al día sino muchas veces, podría decirse que es la ciudad de las cuatro estaciones en una hora, o la ciudad de los constipados. Lo mismo ves a alguien con abrigo y bufanda que en bañador y chanclas, según como estuviera el tiempo cuando se asomó a la calle. Y Vane con jersey, cazadora y chubasquero y quita uno y pon otro y quita este y pon todos y vuélvetelos a quitar.
Cuando ya teníamos el centro trillado decidimos separarnos. Alrededor del rectángulo central Melbourne se compone de barrios residenciales y grandes jardines y parques. Mientras Vane se fue a ver tiendas yo me fui a recorrer varios de estos jardines, los que están al sur de la calle Flinders una vez que se cruza el río Yarra que discurre más o menos paralelo a ella. Son estos unos jardines similares a los que ya vimos en Sydney, con un lago, la sede del gobierno del estado de Victoria, monumentos rememorando a los héroes y a las alianzas durante la guerra mundial y australianos haciendo deporte, aunque menos que en Sydney, etc.
Antes de anochecer nos volvimos a encontrar en Federation Square para ir a cenar y terminar nuestro primer día, aunque corto, en Melbourne. Me encanta esta ciudad.
martes, 12 de noviembre de 2013
Sydney: Blue Mountains 8/11/2013
Anoche salimos a buscar un locutorio para confirmar en internet cómo ejecutar el plan de hoy. Al principio la única opción era ir a las Blue Mountains pero mientras nos arreglábamos tuvimos una revelación en forma de anuncio de TV: un nuevo megaparque acuático en Sydney, el Wet'n Wild que nos hizo decidir dejar de lado las excursiones al monte. Pero ¡oooh! internet nos confirmó que el parque es tan nuevo tan nuevo que falta aún un mes para que lo inauguren. Volvimos al plan original: cómo llegar a las Blue Mountains en transporte público sin tener que recurrir a las excursiones de los hoteles que son mucho más caras y te llevan corriendo a los sitios interesantes para luego tener tiempo de llevarte a tiendas de souvenirs concertadas. Las odio.
Y eso finalmente es lo que hemos hecho hoy: tren de dos horas hasta un pueblo llamado Katoomba en el que hemos conocido, como no podía ser de otra forma, personas encantadoras, simpáticas y muy hospitalarias: la gente a la que le hemos pedido ayuda por la calle, los chóferes de los autobuses del pueblo, las camareras de las cafeterías, los trabajadores del parque de las Blue Mountains ¿qué pasa en este país? ¿todo el mundo es feliz? ¿no hay nadie que reparta un poco de malafollá? ¿le echan algo al agua y está todo el mundo bajo los efectos de un psicotrópico?
Bueno, pues el caso es que una vez en Katoomba había que coger un bus hasta los puntos turísticos de las Blue Mountains y justo enfrente de la estación de tren hay una parada con un bus muy bonito que te sabla 25$, menos mal que hemos estado listos, sobre todo Vane, y hemos acabado cogiendo un bus urbano a 2.25$. El bus en cuestión te lleva a un mirador desde donde se pueden contemplar las Three Sisters, tres pedruscos que son la principal atracción de la zona y el tema recurrente de las postales.
Dejando a un lado a estas 3 Hermanas las vistas son espectaculares con montes amesetados en su cima y precipicios verticales y en el fondo del valle un bosque que no deja ver ni un milímetro de suelo de verde y frondoso que es. Y es verdad que estas montañas parecen verse azuladas a lo lejos.
La zona además cuenta con varias rutas de senderismo muy bien acondicionadas y de diferente dificultad, desde un simple paseo por una pasarela de madera apto incluso para las señoras mayores (especialmente orientales) que van al campo vestidas y maquilladas como si fueran a salir a cenar hasta una ruta que rodea todo el valle tras bajar unas escaleras de 900 peldaños y que sólo recomiendan para senderistas fuertes y expertos. Nosotros comenzamos por error esta escalera y cuando nos cansamos como no sabíamos hasta donde iba a llegar ni nada decidimos volvernos, lo cual no sé si fue aún peor porque subir todos los escalones que llevábamos bajados nos dejó con la lengua fuera para el resto del día.Cuando nos cansamos lo suficiente nos fuimos al pequeño parque de atracciones que tienen allí montado. En realidad sólo tienen tres atracciones que hacen camino de ida y vuelta: un telecabina que asciende y desciende por el monte, un teleférico que atraviesa el valle y tiene el suelo de cristal transparente y un tren que sube y baja por donde solían hacerlo las vagonetas de una antigua mina de carbón y que cuenta con el honor de ser el tren con el recorrido más inclinado del mundo. Ninguna de estas atracciones es tan impresionante como parece a primera vista ni dura más de un par de minutos pero se echa un rato entretenido sobre todo paseando mientras se va de una a otra.
Al final del día vuelta en el tren para acabar nuestro último día en Sydney. Si volviera a empezar quizá cambiaría el día de hoy, hemos disfrutado de unas vistas maravillosas pero a cambio de pasar 4 horas en tren y aparte de las vistas el resto es más o menos prescindible. Lo cambiaría por alguna de las cosas que se nos han quedado por ver aquí: el zoo, el acuario o la playa de Manly. Y si fuera dentro de un mes no dudaría en ir al nuevo parque acuático.
¡Y mañana Melbourne!
Sydney: Bondi Beach y la mejor vista de la ciudad 7/11/2013
Siguiendo las indicaciones de la recepcionista del hotel nos hemos ido s Taylor's Square a coger el autobús 333 para Bondi Beach previa compra de los tickets en un News Agency, que son los estancos de aquí. Hay buses que no permiten el pago en metálico sino bonobús o comprar el ticket con antelación y este es uno de ellos.
La playa de Bondi es una media luna de aproximadamente 1 km de largo. Se ve desde la carretera pero entre ésta y la arena hay una gran franja de césped que desciende en cuesta hasta la playa en la que hay unas casetas de obra con mesas y bancos para que la gente coma allí. Como era temprano estaba casi vacía y la mayoría de los que había eran surfistas. Surfistas y gente corriendo, que de eso no falta aquí nunca, ¡qué cansinos! Como decía, surfistas, pero de los de verdad, de los que van de pie en la tabla y cabalgan olas, no como los que se ven en España, mucho postureo con la tabla debajo del brazo y luego nada. Hoy ha sido la primera vez en mi vida que he visto a surfistas surfear de verdad.
En la mayor parte de la playa el baño está prohibido porque las olas y las corrientes son grandes, te arrastran hacia adentro. Sólo está permitido en una estrecha zona delimitada por dos banderas amarilla y roja, pero la gente se baña al final donde quiere. Yo también, hasta que llegó un quad de los socorristas y altavoz en mano nos echó a todos.
El paseo marítimo (Coastal Walk) no va por al lado de la arena siempre. La costa aquí es escarpada y consta de acantilados salpicados de pequeñas playas. En cada una de estas playas en la zona de Bondi hay una piscina artificial con agua del mar al lado de la orilla para que la gente pueda nadar sin peligro. También echamos un ratito en una de ellas.
Por la tarde la playa se llenó pero era algo curioso, todos eran jóvenes y no había ni una sombrilla. Era extraño.
Luego pude ver a los famosos socorristas australianos en acción. De nuevo estaba el agua llena de bañistas, los socorristas se acercaron para ver si había problemas y como vieron a varias personas bastante alejadas de la orilla volvieron a pedir por el altavoz que saliéramos. Salí con esfuerzo porque el oleaje era fuerte y me quedé mirando a un chico que por más que lo intentaba no avanzaba hacia la arena. En un momento ya tenía un socorrista tabla de surf en mano y otro con una moto de agua remolcando una camilla a su lado. Lo sacaron y le echaron una regañina, tampoco había habido peligro real, el chico no había dejado de sonreír incluso mientras estaba en el agua, pero quien sabe si unos segundos después se hubiera cansado de remar contra las olas y entonces se hubiera puesto la cosa fea.
De camino al hotel Vane se bajó en la parada de Bondi Junction porque había visto un centro comercial y quería ver si por fin encontraba un Zara en Sydney, así que me quedé solo y pensé que sería una buena idea ir a ver la Ópera al atardecer, pero no fui a la explanada donde está ubicada sino a uno de los salientes hacia la bahía que hay en los Botanic Gardens y que está justo enfrente. No pude haber hecho mejor elección, desde allí se ve la Ópera con el puente al fondo, la mejor vista de la ciudad. Me quedé tan embobado contemplando y haciendo fotos que anocheció y tuve que atravesar luego el parque casi de noche aunque acompañado de otros turistas rezagados como yo y de los omnipresentes corredores australianos.
Siento no poner fotos pero nunca me acuerdo de hacerlas con el móvil y están todas en la cámara.
domingo, 10 de noviembre de 2013
Sydney: Darling Harbour, Chinatown, Paddington y King Cross 6/11/2013
Como anoche estábamos en la cama a eso de las 6 de la tarde y pese a mis esfuerzos por no dormirme tan temprano caí frito como un ajo, y como yo no soy de acumular sueño sino que por más tiempo que lleve despierto no puedo empalmar más de ocho horas durmiendo, a las 2 de la mañana tenía ya los ojos como platos. Y así hasta que nos levantamos, poco después de las 5, hartos de descansar. Una hora después teníamos ya los pies en la calle que bullía de actividad pese a lo intespestivo del horario. Gente trabajando, gente corriendo, gente que iba al trabajo, gente que iba corriendo al trabajo,... es impresionante cuánta gente corre aquí y de qué manera: a toda velocidad, hombres y mujeres de cualquier edad corren como demonios a todas horas y por todos lados. Nada del trotecillo cochinero, también llamado footing, que practica todo el mundo ahora en España. Claro, es que correr se ha puesto de moda ayer (y pasará mañana) y nos ha pillado a todos desentrenados. Estos australianos se ve que no han parado de correr nunca y así cualquiera. Probablemente esté relacionado con el hecho de que aunque hay restaurantes de comida rápida-basura a montones no se ve apenas a nadie con sobrepeso, es más, todo el mundo está delgado o como mucho, fuerte. Ya llevaba yo advirtiendo desde ayer que casi todas las australianas eran altas, rubias, delgadas y guapas cuando Vane ha hecho la misma observación en voz alta. Pues sí, y ella, y los australianos también, y yo, pues también, y he tenido que conceder el empate para evitar problemas.
Hoy toca visitar el centro, Darling Harbour, Paddington y Kings Cross. Enfilamos William Street hacia Hyde Park y en un semáforo una pareja de españoles. Llevan aquí dos días, están matriculados en un curso de inglés de cuatro meses y esperan quedarse trabajando luego. De Asturias son. Buen lugar este para aprender inglés, yo creo que el mejor: la gente pronuncia muy bien, habla despacio, no se come letras ni palabras y tiene la amabilidad suficiente (incluso más) de repetir las cosas las veces que sea hasta que los entiendes perfectamente. Todo lo contrario que los ingleses. Sin ánimo de ofender, diría que el inglés de los australianos es el mismo que el de los ingleses pero sacándose la patata de la boca. Es posible que la misma comparación exista entre el español de Sudamérica y el de España (?).
Seguimos caminando hasta dar con la Catedral de St Mary donde nos hicimos las primeras fotos del día. Y de ahí a Hyde Park, pequeño parque donde encontramos en un extremo una fuente conmemorativa de la alianza con Francia en la II Guerra Mundial y en el otro un monumento de homenaje a los caídos en el conflicto. El centro financiero con sus rascacielos linda con el parque así que nos dimos un paseíto por él. Vimos edificios como el City Town Hall (Ayuntamiento suena más pobre), otra catedral, la de St Andrew, y el Queen Victoria Building con su pijísimo centro comercial en el interior. Muy bonito todo. De los rascacielos pasamos que nos parecen todos iguales. Otro centro comercial pijo, el Strand Arcade, y la Sydney Tower, una torre que se parece al madrileño Pirulí. Por ultimo una calle peatonal, Martin Place. Y se acabó el centro.
Llegamos a Darling Harbour a través del muelle, King Street Wharf, que no tiene nada de especial aparte de las acostumbrados restaurantes y cafeterías, más que enfrente esta el Museo Marítimo y desde aquí se pueden hacer fotos muy chulas con el museo y sus barcos de fondo. Un par de barcos militares, un submarino, un velero antiguo, un bote salvavidas,... incluso un faro. Contiguo al muelle está el acuario de la ciudad y seguido un parque, el Tumbalong Park, y como era tan temprano que aún estaba vacío y sólo varios jardineros andaban por allí aprovechamos para tirarnos por los toboganes y por una pequeña tirolina. Muy díver. Lo siguiente eran unos jardines chinos, pero había que pagar para verlos y pensamos que mejor ahorrarnos el dinero y guardarlo para un futuro viaje a China. Después y dando ya la vuelta al muelle el palacio de congresos y ferias (Sydney Exhibition Centre), un centro comercial con cantidad de restaurantes con terracita hacia el muelle y el Museo Marítimo que mencioné antes.
Salimos del muelle para visitar Chinatown, aunque yo no iba muy convencido porque cada Chinatown que visito me parece más feo que el anterior, pero este me sorprendió, es más pequeño aunque menos agobiante y esta más limpio que el de otras ciudades. Lo mejor, el mercado, Paddington Market, que nos ha recordado mucho a los de Tailandia, con sus puestos de baratijas, ropa, falsificaciones, móviles, frutas, especias, souvenirs,... me llamó la atención el precio de las cerezas, especialmente caro, 35$ (25€) el kilo.
Después de comer sólo nos quedaban por ver las zonas de Paddington y Kings Cross. Pues para allá que fuimos. Paddington está atravesado entero por una calle larguísima y llena de tiendas llamada Oxford Street, como la calle de tiendas de Londres, pero las de aquí no son las grandes marcas sino tiendas normales y corrientes. Nos hicimos la calle entera hasta llegar al Centennial Park pero a esas alturas estábamos reventados y no teníamos ganas ya de parque ni de nada. Descansamos un rato y tiramos para Kings Cross-Potts Points que además es donde está nuestro hotel. Estos barrios no tienen nada de especial, sólo algunas calles y casas de estilo inglés así que casi que es mejor pasar de ellos y verdaderamente podríamos haber empleado el tiempo en algo mejor.
¡Hasta mañana!
sábado, 9 de noviembre de 2013
Best trip ever
Es como el día de la marmota. Cuando falta poco para irme de viaje paso demasiado tiempo preparando documentación de ayuda, mapas, diarios, descargando películas para las largas escalas, ..., hago de todo menos organizar lo más importante: la maleta. Así es que ahí estoy, de mañana en el gimnasio, de tarde en La Cañada, de noche de Tapa Erótica, y a escasas 14 horas de partir hacia el siguiente viaje. Matizo, hacia el mejor viaje de mi vida. Da igual donde sea porque siempre el siguiente es el mejor.
Mañana domingo día 10 de noviembre de 2013, cuando pisemos suelo angelino y sean las 21h hora local, estaréis 19 horas más avanzados, probablemente haya caído la noche del lunes en Melbourne. Y de alguna manera estaremos desafiando al tiempo.
jueves, 7 de noviembre de 2013
Sydney: Ópera House, The Rocks y Circular Quay 5/11/2013
Una vez en el país cogemos un tren desde el aeropuerto hasta la parada de King Cross que está a 200 metros escasos de nuestro hotel, el Springfield Lodge en la calle del mismo nombre. Pese a llegar muy temprano la recepcionista, simpatiquísima, nos permite registrarnos y nos da una habitación. Menos mal, estamos desesperados por ducharnos.
Tras recuperar un aspecto y un olor corporal decente salimos sin perder un instante para visitar la Ópera de Sydney, no vaya a ser que a los australianos les de por quitarla de un momento a otro y cuando lleguemos sea demasiado tarde. En el camino, Victoria Street, las escaleras McElhone, el Harry's Cafe de Wheels que no es más que un kiosco de comida rápida lleno de fotos de famosos que lo han visitado y el Woolloomoolloo Finger Wharf, antiguo embarcadero reconvertido en hilera de restaurantes más bien pijos. Así hasta llegar a los Royal Botanic Gardens & The Domain, pedazo de parque que hay que atravesar y que realmente merece la pena hacerlo con detenimiento. Grandes árboles, jardines, estatuas, senderos, carteles pidiendo al visitante pisar el césped, abrazar a los árboles y oler las flores pero no alimentar a los simpáticos pájaros ibis que están por todos lados. Turistas haciendo fotos y australianos corriendo por doquier. El parque contiene el Museo de Arte de Nueva Gales del Sur (NSW), el Conservatorio de Sydney y el Parlamento de NSW, de acceso libre y gratuito, de hecho llegamos hasta la misma puerta y no vimos ni a un policía.
Y por fin, el icono turístico de la ciudad, la Ópera. Impresiona verla delante tuya, asociando ideas es cuando realmente te das cuenta de que has viajado chorrocientos kilómetros y estás en Australia, porque estás contemplando algo que está inherentemente asociado en tu cerebro a esa palabra, Australia.
La pena es que Sydney ha amanecido nublado y la explanada de delante está en obras, pero lo disfrutamos igual. Fotos, para un lado, para el otro, desde arriba, desde abajo, rodeo por el costado, vuelta, escaleras para arriba, escaleras para abajo, para adentro, para afuera...
Perdón por la foto, está hecha con el móvil y no hace justicia a la realidad.
Detrás del teatro se puede ver el Harbour Bridge, que cruzamos andando para disfrutar de las vistas desde la orilla opuesta.
De nuevo en la orilla sur, dimos un paseo por el muelle, lo que se llama Circular Quay, lleno de gente y restaurantes y puestos de comida, y que alberga el Museo de Arte Contemporáneo, que por supuesto no visitamos, y por el barrio contiguo, The Rocks, el más antiguo de la ciudad, calles irregulares, algunas sólo peatonales por ser estrechos callejones, placas explicando la historia del barrio, buenos restaurantes, gente muy bien vestida,... se nota que hoy en día es un barrio bien. La calle que más me gustó y por eso me quedé con su nombre a pesar de no haberla visto en ninguna guía fue Nurse Walk.
Después de todo esto y aunque sólo eran las 5 y media y que el sol aún estaba bastante alto y que yo tenía aun la excitación del viaje en el cuerpo, tuve que ceder y poner rumbo al hotel para descansar supuestamente un ratito, pero yo sabía que el día acababa ahí. Pobre Vane, hacían casi 48 horas desde que nos habíamos levantado de la cama, y eso que ella había podido dormir algo en el avión, pero entiendo que no todo el mundo es tan apretado como yo que sería capaz de pasarme las próximas tres semanas en vela y andando con tal de no perder un segundo. ¡A dormir!
Algeciras - Sydney 3-4-5/11/2013
Como siempre que empiezo un viaje o cualquier cosa me dejo algo para el final, soy un procrastinador nato, y esta vez no iba a ser menos así que el día de la partida aún me quedaban cosas que arreglar y reservar. Podría haber tenido un despertar tranquilo y relajado pero no, para una vez que no tengo un avión a las seis de la mañana ahí estoy yo tras un mes de preparativos, tardes de estudio y tardes de flojera-yaloharémañanaqueaúnquedamucho dejando cosas para última hora. Nunca aprenderé.
A las 12:30 ha empezado finalmente la aventura, bus Algeciras (parada con el glamouroso nombre de La Charca) a La Línea, y entrada a pie por la frontera con (que no "de") Gibraltar para llegar al frustrado aeropuerto compartido y que se ha quedado con el presuntuoso nombre de Aeropuerto Internacional (¿Gibraltar y UK no son el mismo país?) de Gibraltar. Tanto al facturar como al pasar los controles nos han atendido sendas funcionarias llanitas que pese a que previamente a nuestra llegada estaban hablando en español, las hemos saludado con un cordial "hola" y les hemos enseñado nuestro pasaporte, se han empeñado en darnos una clase práctica de inglés, movidas sin duda por el altruismo y la buena fe de iniciarnos en la inmersión lingüística a la que nos vamos a ver sometidos durante nuestro viaje y ponernoslo así más fácil. Clases gratuitas llamo yo a eso. A los llanitos que venían antes y después en la cola les han hablado en español.
Despegamos, interesantes vistas del peñón, y poco después ya estamos en Londres-Heathrow. Unas horitas de espera y a por el viaje gordo. Londres, Abu Dhabi, Sydney con Etihad Airlines. Como parece costumbre en las compañías de Oriente Medio, la comida es bastante buena, nada que ver con la tortilla y la pasta de plástico que ponen las occidentales. La única pega del viaje es el catálogo de películas y series para ver: muy actualizado pero las producciones de habla inglesa están dobladas al francés, alemán, italiano, portugués, ruso, chino, árabe, japonés o coreano, pero ninguna al español (???) y los subtítulos son en árabe o chino. Sólo las producciones de habla no inglesa están subtituladas en inglés. Así que o se domina alguna de estas lenguas o sólo se puede ver cine europeo o asiático subtitulado en inglés. Si tu dominio de la lengua de Shakespeare no te llega ni para los subtítulos vas listo. Pensaba que el español pintaba más en el mundo, pero no.
7 + 4 +14 horas después (vuelo + escala + vuelo) estamos por fin en Australia. 7 de la mañana local, 9 de la noche en España, 33 horas desde que salimos de casa. La cola de inmigración no es tan terrible como se ve en la tele o como la de entrada a EEUU. Un cartel anunciando que hoy 5 de Noviembre las cámaras del Canal 7 están allí grabando su famoso programa pero parece que es demasiado temprano aún y no se ve ni rastro de ellos. Pequeño formulario, te sellan el pasaporte y listo. Nada de fotos, pupilas, huellas, preguntas raras ni nada. Están más preocupados de que no lleves un jamón en la maleta que un arma, o de que no les contagies la gripe o lleves una semilla de alguna planta adherida a la suela de tus zapatos a que introduzcas anthrax. Los funcionarios son muy amables y dividen a la gente en diferentes colas en función de las respuestas al formulario inicial. A mi me tocó la del perro que huele los equipajes, pero lo hacen como un juego, parece un espectáculo canino y no es para nada intimidante o desagradable. Vane fue por otra cola donde tuvo que "confesar" entre risas que llevaba paracetamol. ¡Y ya hemos entrado!
jueves, 31 de octubre de 2013
Preparando el equipaje
Esto es sólo un ensayo, a ver qué tal se me da mantener una bitácora digital además de la habitual manuscrita. ¿Me aparecerá la cursilada esa de "Enviado desde mi iPhone"? jajaja, ¡qué horror! Tendré dificultades, hoy no tengo batería, mañana no hay wifi, estoy muy cansado para escribir, tengo los dedos parra, apaga el móvil que quiero dormir y me molesta la luz,... lo guapo sería tener que apagar el móvil para no atraer a animales salvajes durante la noche ¿eh? Pero no, a mi me ocurrirá lo otro.
Sea como sea espero que este post no sea el único, ¡qué ridículo quedaría!
Ahora me doy cuenta de que no es tan difícil escribir con el teléfono como pensaba y para terminar el ensayo, una foto, el equipaje que estoy preparando encima de la cama, cutre, sí, pero es lo primero que me pilla a mano.
¡Allá vamos Australia!
sábado, 11 de mayo de 2013
Extremadura pertenece a Murcia
- Pues por allí estuve trabajando un tiempo...
- Ah...
- Por ahí por Extremadura...
- Pero Extremadura ya no es Andalucía, eso está más pallá...
- Sí, bueno, eso ya pertenece a Murcia...
- Ahí está.
- Ah...
- Por ahí por Extremadura...
- Pero Extremadura ya no es Andalucía, eso está más pallá...
- Sí, bueno, eso ya pertenece a Murcia...
- Ahí está.
miércoles, 16 de enero de 2013
La anciana no estaba
Cuando salí del ascensor en el -1 lo primero que vi en la oscuridad de la pequeña estancia que me separaba del garaje fue el carro de Mercadona que usamos los vecinos para subir los mandados cada vez que vamos a la compra, aunque nosotros lo usamos más como portamaletas cada vez que vamos o venimos de algún sitio. De la puerta de acceso entraba la luz pálida de los tubos fluorescentes y al mirar vi pasar un coche azul marcha atrás, me pareció un audi, y en su interior pude distinguir la figura del conductor y la de un niño en el asiento del copiloto. Algún vecino que tiene el trastero bastante lejos de su plaza, pensé. Me dirigí a mi coche y tras acomodarme en él empecé a buscar entre los cedés que guardo en el compartimento del apoyabrazos. Buscaba un cedé blanco, sin inscripciones, uno concreto entre los cinco o seis que tengo que concuerdan con esa descripción. En realidad acertar con el que quiero de entre ese grupo de objetos exactamente iguales y mezclados con otros parecidos es pura suerte, aunque con esa memoria que desarrollamos los que no vemos bien para instintivamente alargar el brazo sin pensarlo hacia un objeto que no vemos pero sabemos que está ahí porque lo dejamos distraídamente hace un tiempo, la probabilidad de acierto aumenta y se puede decir que no es suerte sino saber lo que se hace, y convencido de que había acertado saqué un cedé blanco de la parte superior de la baraja de cedés apilada en su tambor. Devolví el tambor al reposabrazos y al levantar la cabeza me di cuenta de que una anciana pasaba andando despacio por delante de mi coche en dirección a la salida. Era ella, y no un niño, la que había visto sentada en el coche azul. Menuda y encorvada, con el pelo corto, negro, y ropa oscura. Lo normal en una vieja, vaya. Del brazo derecho doblado en ángulo recto le colgaba una bolsa de plástico blanca que no debía pesar mucho y me recordó a mi abuela y a la bolsa de plástico en la que siempre había un ovillo de hilo blanco, agujas de hacer croché y la tarea iniciada. Metí el cedé en el reproductor y en un instante la pantalla me chivó que el contenido eran mp3s, vamos bien, un segundo más tarde la música salía por los altavoces y pude confirmar que había dado en el clavo. Subí el volumen, moví el asiento hacia atrás, me puse el cinturón, pisé el embrague y pulsé el botón de encendido, entonces cambié la posición de los espejos para ajustarlos a la mía, y tras todo este ritual, ya estaba listo para irme. Al llegar a la espiral que comunica las dos plantas de aparcamientos con la salida en un nivel intermedio, vi que la anciana se estaba aproximando a la puerta, apenas unos metros la separaban de ella. Pensé que esto era genial porque así no iba a tener que molestarme en abrirla yo mismo. Maniobré para entrar en la espiral y al recorrerla perdí de vista a la mujer y a la puerta durante un par de segundos. O menos. Pero cuando me encontré frente a la salida la puerta no se había abierto. Y la anciana no estaba.
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