La narración comienza con una explicación breve de la etimología de la palabra "whale", ballena, para dar paso a un extenso capítulo, o eso me pareció a mí al leerlo, lleno de citas en las que aparecen la ballena o el leviatán, desde la Biblia (la historia de Jonás es bastante recurrente e incluso tiene su propio capítulo dedicado) hasta Darwin o las canciones populares, pasando por Rabelais, Shakespeare, Hobbes o Hawthorne. Y a partir de aquí la historia o mejor dicho el manual básico para todo aquél que quiera iniciarse en las artes balleneras. Porque más que contar una historia hace una descripción minuciosa de todo lo relacionado con el tema: la isla ballenera de Nantucket, las pensiones de mala muerte donde vivían los marineros y las vivencias típicas mientras esperaban zarpar, la negociación para enrolarse en un barco, cómo se repartirían los beneficios, la vida cotidiana en el barco, los distintos rangos y oficios dentro de la tripulación, los aparejos, los turnos, las guardias, los instrumentos de navegación y de caza, la caza en sí, el despiece de la presa, los productos y derivados que se obtienen... capítulos y capítulos dedicados a estos menesteres. Por poner ejemplos, hay capítulos enteros dedicados a la cuerda que va amarrada al arpón, la "estacha", a la forja de a bordo, al carpintero, al ámbar gris,... por no hablar de aquellos en los que se da una clasificación de los tipos de ballenas, o se trata acerca de su morfología, o de su alimentación, o de sus representaciones artísticas a lo largo de la historia (grabados, esculturas, pinturas,...). De vez en cuando se intercala un capitulo en el que "ocurre algo", una discusión entre oficiales, un encuentro con otro barco, una captura,... yo diría que Melville quiere que cuando se llegue al encuentro con Moby Dick el lector haya aprendido lo suficiente como para imaginar la escena lo más exactamente posible, que pueda casi sentir lo que sentían los marineros, que pueda verlo en su cabeza en lugar de leerlo. La batalla entre Ahab y la gran ballena blanca no merece ser leída sin saber de qué va el asunto, sin poder ver los arpones volando y arrastrando las peligrosas estachas, los marineros atentos a ellas para no quedar enganchados, las barcas torcidas, semihundidas, cambiando el rumbo, a veces para perseguir, a veces para huír, horas y horas remando sin parar salvo cuando entran en acción los arponeros, sin pensar si se va a volver vivo o no. No sería lo mismo sin haber aprendido todo lo que Melville trata de enseñar a lo largo de páginas y páginas. Sin ese bagaje daría igual leer un libro sobre la caza de la ballena o sobre la pesca de la sardina.
Y pese a esa característica de libro de texto, manual o enciclopedia sobre las ballenas y los balleneros que puede resultar aburrido, a mí me ha encantado. Confieso que algunos capítulos se me han hecho eternos, pero he disfrutado leyendo como con pocos otros libros y se va a quedar para mí como uno de mis preferidos, de los mejores. No sólo es cazar una ballena, no sólo es Moby Dick, es más, Moby Dick es lo de menos. Es todo lo demás, el oficio ballenero descrito tan gráficamente como si se estuviera viendo un documental, las distintas tareas y cómo se coordinan para llegar a un fin común, las relaciones y conflictos en la tripulación debido a las diferencias de procedencia, jerarquía o religión... aparecen algunos temas sociales que se pueden intuir, que se tratan de refilón, alguna referencia, especialmente en esas relaciones entre los marineros, como por ejemplo la religión, el racismo o incluso la homosexualidad.
Ahora toca ver la película, ahora sí. Y cuando pase el tiempo volver a leer el libro. A ver cuántas veces me da tiempo a releerlo a lo largo de mi vida. Aunque aquella adaptación infantil se quedará sin abrir en la estantería de mi habitación en casa de mis padres como recuerdo de cuando hacía caso a todas las historias menos a ésta. Y de que probablemente estaba en lo cierto. Aún no era el momento. Es muy posible que me hubiera aburrido o que no lo hubiera disfrutado así. Me hubiera perdido ese placer.
Sin embargo y por todo esto no recomendaría su lectura a cualquiera. El que quiera ochocientas páginas de aventuras, intriga y emoción que se busque otra cosa. Moby Dick es para el que disfrute leyendo cómo se las apaña el cocinero del barco, o qué se hace con la cabeza de la ballena una vez descuartizada, o qué es el esperma de ballena y para qué sirve, mientras espera, eso sí, alguno de esos capítulos en los que más que leer se puede oír: "¡Por allí resopla! ¡Allí! ¡Allí!".
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Me alegra que te sacaras la espina y pases otra etapa de este libro en tu vida, que como te ha ido acompañando a lo largo de los años.
ResponderEliminarCuando no toca no toca, no es el momento, y no quiere decir que no te guste algo, sino que no estas preparado. Como yo con Los Soprano.