- Un mi...
- Es que lo llevo adelantado...-interrumpe mientras mira el reloj nerviosa y alarga el brazo hacia el chófer.
- Un minuto le queda.
Sin esperar más levanta el brazo izquierdo, bajo el que lleva un bolso ovalado de asas cortas, y tras abrir la cremallera rebusca en su interior durante un segundo para sacar un paquete de Chester y un mechero. Se pone un cigarro en la boca, lo enciende y aspira fuerte para dar una calada larga, la cabeza al cielo y los ojos cerrados. Se traga el humo y abre los ojos. La segunda calada es igual de larga pero ya no busca la sensación de la primera. Da una tercera mientras saca la cartera del bolso, satisfecho el deseo, aplacado el duende del vicio, templados los nervios, sólo quiere aprovechar al máximo el pitillo una vez encendido pero por un motivo menos hedonista y más económico. Con la cartera en una mano coge el cigarrillo con la otra, lo tira al suelo y lo aplasta con la punta del zapato.
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